La economía
internacional, junto con los procesos de mayor liberalización, ha sufrido una
serie de cambios que han desembocado en la transformación paulatina y la
adaptación de nuestro sector textil.
Así, este sector
está presentando una elevada innovación y avance a los cambios de temporada, a
la evolución de la cultura, como consecuencia de la presión que los exigentes
consumidores están reflejando, así como por la penetración de nuevos
competidores en el sector. De este modo, esta continua apuesta por la
innovación está otorgándole un carácter bastante estable y una dimensión estratégica
importante.
La
industrialización actual, como proceso, presenta ciertas características como
la existencia de competidores ya
instalados y el hecho de que el mercado está cubierto, con un exceso de
producción, altos costes salariales, sociales y de regulación en los países
desarrollados, etc. Los nuevos entrantes tienen ventajas competitivas
apreciables, por ejemplo, si sus costes son bajos.
Otra fuerza es la oportunidad de usar
barreras arancelarias así como de proteger la producción de la importación se
ha visto reducida como consecuencia de la continua liberalización. Así, los
países en vías de desarrollo combinan las barreras no arancelarias con
fiscalidad adicional en forma de aranceles, recargos compensatorios y tasas. En
el actual mercado global se pueden combinar los factores productivos en su
nivel más adelantado.
Por último, el avance en el uso de las
posibilidades derivadas del abaratamiento de los costes de comunicación y de transporte
constituye otra fuerza importante. Los países que más han avanzado pueden
concentrar en su propio país la gestión, I+D, diseño, marketing y control de
calidad, y deslocalizar la producción en países de menores costes laborales y
regulatorio.
Sin duda, uno de los mejores exponentes de
la complejidad de la manufactura española es la industria textil.
De este modo, el sector textil español siempre ha sido un pilar
fundamental en el proceso de industrialización, experimentando un gran cambio
que podría identificarse inicialmente con una etapa de crecimiento y
modernización que más tarde destacaría por una rápida globalización de sus
actividades, la cual vino impulsada desde 2005 por la liberalización de los
intercambios textiles internacionales. Así, las empresas pertenecientes al
sector han tenido que diseñar estrategias que les permitieran mejorar sus
capacidades productivas, de diseño e innovación en la producción, y de
comercialización de prendas de vestir, con el objetivo final de atender tanto
al mercado interno como al externo, consiguiendo incrementar así sus ingresos y
la rentabilidad de la empresa. De este modo, han tenido que adaptarse a los
cambios en los gustos (lo cual hacen constantemente para poder sobrevivir en el
sector) de los consumidores, así como han tenido que modificar la forma de
vender los productos, intentando llamar la atención del público con cambios e
innovación en la mercadotecnia.
Sin duda, otra de las fuerzas que crean incentivos o presiones para el
cambio es la entrada o salida de empresas importantes en el sector. En este
aspecto queremos destacar la entrada de la empresa japonesa Uniqlo, que está
suponiendo cierta revolución en el sector textil por la importancia y fuerza
que está adquiriendo en poco tiempo, aspectos que sin duda van a exigir cambios
en el resto de empresas ya instaladas en el sector que les permita mantener la
posición que hasta ahora han conseguido en éste.
Por último, es inevitable no relacionar el Siglo XXI con las nuevas
tecnologías, y el sector textil como no iba a ser menos se ha adaptado a esta
nueva era para mejorar y modernizar las prestaciones de sus productos.
Una de las innovaciones principales se da en el campo de la
biotecnología, que también se combina con la nanociencia. La biotecnología se
sostiene en tres pilares fundamentales: el tratamiento biológico de los
residuos generados en las plantas industriales, tejidos procesados con la ayuda
de enzimas y dispositivos biológicos acoplados a un sustrato textil. Una de las
técnicas con más proyección en cuanto a la investigación en el ámbito textil es
la tecnología encimática, la cual ha dado lugar a la obtención de biofibras y
nuevos acabados textiles, como por ejemplo la cáscara de arroz, residuo que se
podrá emplear como fuente de enzimas para el blanqueo y tintura de tejidos.
No menos importantes es la aparición de los materiales inteligentes y
multifuncionales en nuevos nichos de mercado dentro del ámbito textil. Estos
materiales o textiles son capaces de modificar su naturaleza a través de la
recepción de estímulos externos, físicos o químicos, que alteran alguna de sus
propiedades generando algún beneficio en el usuario final.
Estos nuevos tejidos funcionales se clasifican en: termoactivos (que
reaccionan al calor), bioactivos (son beneficiosos para la salud), fotoactivos
(sensibles a la luz) y electroactivos (debido a una corriente eléctrica).
Estos ejemplos son un reflejo de lo interesante y diverso que se está
convirtiendo el mercado textil y el emergente mercado de los textiles inteligentes
y funcionales.
Por otra parte, podemos observar en los últimos años cambios en la
conducta del consumidor relacionadas con los cambios tecnológicos y con los
elementos culturales que se van modificando y adaptando a estos. Así, la
progresiva globalización (ya comentada anteriormente) ha hecho que los
consumidores se vuelvan más exigentes. Entre estos elementos culturales que
acabamos de mencionar destaca la presencia de nuevas tendencias, como la
‘Hiperconectividad’, destacando Internet y los nuevos dispositivos
tecnológicos, el ‘Greenmarketing’ dirigido a aquellos consumidores preocupados
por el entorno, el ‘Real Fact’ ante el creciente interés de los consumidores
por lo natural y lo auténtico, ó bien la ‘Premiumtización’, consistente en
ofrecer a los consumidores productos exclusivos que los diferencien del resto.
También es destacable la denominada Generación Y (o generación del siglo
XXI), que sin duda es la más interesante de analizar dado que representa el
futuro del mercado adulto. Las familias monoparentales han ido en crecimiento,
destacando también la ausencia del ‘ama de casa’ por la incorporación de la
mujer al trabajo, por ejemplo. Pero lo más llamativo es la influencia de los
nuevos medios de comunicación: móviles e Internet. La velocidad de la
información hace que los jóvenes sean, a la vez, más independientes y sus
gustos más cambiantes. Entramos en una época de “prosumismo”, en la que no se
trata de comprar objetos sino de comprar con un objetivo preciso y de modo proactivo.
Por otra parte, está decayendo el efecto de la publicidad, ya que los jóvenes
son los que promocionan sus elecciones a sus amigos por medios informales como
los chats o los mensajes a móvil. Las marcas en sí misma están decayendo. Ante
esta situación, las marcas tienen dos opciones: intentar ofrecer una imagen
personalizada o tratar de introducir al consumidor en una historia de marca,
para que pueda así compartir un estilo de vida o una peculiar visión del mundo.
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